Frank Lloyd Wright y el Museo Guggenheim de Nueva York

arquitectura orgánica

Durante el desarrollo de
la Arquitectura Moderna surgieron dos grandes corrientes espaciales de carácter internacional, el funcionalismo y el movimiento orgánico. La primera fue liderada por Le Corbusier, mientras que el movimiento orgánico tuvo como máximo exponente al arquitecto norteamericano Frank Lloyd Wright. 

Wright fue el creador de algunos de los edificios más monumentales de los Estados Unidos y el mundo; diseñando una gran variedad de casas, bancos, hoteles, oficinas, iglesias, una sinagoga y un museo de arte. 

En cada una de estas obras planteó nuevos conceptos y técnicas de diseñar y construir, creando formas y espacios nuevos, como la utilización de la “planta libre”. Sus diseños, al igual que los de los grandes arquitectos de la época, no se limitaron a los estilos clásicos, sino que le dieron una nueva vida a la arquitectura lo que, al mismo tiempo, llevo a la constitución a una nueva era dinámica y llena de innovaciones. 

La Arquitectura orgánica de Frank Lloyd Wright

A comienzos de siglo XX se produjeron una serie de movimientos de vanguardia en arquitectura, cuyo propósito era generar alternativas a la urbe moderna.

La ciudad contemporánea era criticada por su crecimiento irracional, por la concentración desmesurada de edificios y masas humanas en espacios reducidos. Entre de los movimientos arquitectónicos que buscaron alternativas se destaca el movimiento de vanguardia propulsado por Frank Lloyd Wright: La arquitectura orgánica. 

El arquitecto desarrolló un paradigma arquitectónico que buscó integrar armónicamente la construcción humana y la naturaleza. La Casa Kaufmann (Fallingwater o Casa de la Cascada) y Broadacre City, la ciudad de los grandes espacios, son dos de los máximos testimonios de su ideal arquitectónico.

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Casa Kaufmann (Bear Run, 1936)


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Broadacre City































La arquitectura de Wright trataba de incorporar el proceso tecnológico a un desarrollo urbano que esté en armonía con la naturaleza. Su propuesta no consistía en la simple idealización del contacto con la naturaleza y la proclamación de un necesario regreso al campo. Lo que se intentaba era, en realidad, que la construcción humana ocupara un territorio descentralizado. Se buscaba que la industria, la técnica, las máquinas y las viviendas, estuvieran rodeadas por grandes espacios naturales, para que la ciudad no se ahogara en sí misma.

Además, rechazó los estilos neoclasicistas y victorianos que imperaban a finales del siglo XIX ya que, siempre, se opuso a la imposición de cualquier estilo, convencido de que la forma de cada edificio debe estar vinculada a su función, el entorno y los materiales empleados en su construcción.

"La era del individuo no ha terminado, empieza precisamente ahora. La máquina no señala la condena de la libertad, sino que está esperando que la mano del hombre la use como instrumento sin igual para poner los fundamentos de una verdadera democracia."

Frank Lloyd Wright (Arte y oficio de la máquina”. Chicago, 1901)


Wright buscaba la integración de arquitectura y máquina. Rescató elementos arquitectónicos de las culturas mayas y de las tribus norteamericanas, recuperando lo antiguo para su re-elaboración en una nueva concepción del espacio y de las formas de las construcciones. 

Fue pionero en la utilización de nuevas técnicas constructivas, como los bloques de hormigón armado prefabricados y las innovaciones en el campo del aire acondicionado, la iluminación indirecta y los paneles de calefacción.

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El edificio Larkin (Buffalo, 1904) fue el primer edificio de oficinas que dispuso de aire acondicionado, ventanas dobles, puertas vidrieras y muebles metálicos. 


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Entre sus innovaciones estructurales destaca el sistema antisísmico desarrollado en el Hotel Imperial de Tokio, en el que, para ganar flexibilidad, empleó una estructura de voladizos apoyada en cimientos que flotan sobre un lecho de barro. El edificio se concluyó en 1922 y no sufrió ningún daño en el terrible terremoto del año siguiente.



El Museo Solomon R. Guggenheim de Nueva York

Los espacios para el arte Wright son muy pocos y están bastante separados por el tiempo, pero se definen claramente por dos concepciones: La creación de un espacio hermético e introvertido y la transformación y fusión del espacio a través del movimiento de sus elementos. 



El aislarse del entorno urbano tuvo como principal objetivo crear un nuevo mundo dentro del edificio, apoyándose en el manejo de la iluminación cenital, que Wright denominó el Espacio Sacralizado

En muchos sentidos éste museo, criticado hasta el cansancio, es un ejemplo perfecto de la arquitectura orgánica de Wright, además de haber predicho, en alguna forma, el futuro de la arquitectura en la segunda mitad del siglo XX. 

Con las innovaciones en el uso del concreto y el acero en las estructuras de su obra, el Museo Guggenheim se convirtió, ante el pesar de Wright, en su edificio más famoso. 
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La historia cuenta que en el verano de 1943 la baronesa Hilla Rebay Von Ehrenweisen, directora de la colección de Solomon R. Guggenheim, propuso a Frank Lloyd Wright para el diseño de lo que llamó “El Templo de la No-Objetividad”. Se trataba de un museo destinado a albergar una de las colecciones más completa de pintura moderna abstracta del mundo, que incluía obras de Kandinsky, Gleizes, Picasso, Marc Chagall y Paul Klee, entre otros.  

“Yo creo que cada una de estas obras deberían estar organizadas en un espacio que considero que solo usted es capaz de realizar. 
En Berlín, una vez tuve la oportunidad de ver una exhibición realizada por Mendelsohn y no pude ubicar su trabajo con estas obras. Usted en cambio siente el suelo, el cielo y el intermedio de estos, así que podrá hallar el camino. Yo necesito un luchador, un amante del espacio, un originador.   
Sus tres libros, que en este momento estoy leyendo, me dan la impresión que usted es el único capaz… Quiero un templo con espíritu, un monumento.” 
Carta de Hilla Rebay  a Frank Lloyd Wright.
Wright aceptó la propuesta y continuó sus estudios sobre la plasticidad y continuidad de espacios y estructuras. Es así que llegó a transformar la arquitectura de líneas rectas por un módulo circular más plástico, incorporó el espiral, que tuvo una gran importancia en el Guggenheim, y agregó las pirámides invertidas que fueron características de esta majestuosa obra. 
Wright planteó que el edificio apareciera como un elemento de geometría pura, que contuviese un nuevo espacio que estuviese envuelto de pensamientos y tranquilidad. 
“El museo debería concebirse como un único, extendido, expansivo y bien proporcionado piso desde la parte inferior hasta la superior… una rueda que gire y suba y baje hacia el exterior. No deberá existir ningún tipo de trabas o separación en este glorioso espacio.

La atmósfera en conjunto debe estar bien iluminada, desde la luz hasta la oscuridad… Una maravillosa calma y tranquilidad prevalecerá en todo el espacio, etc. 
No deberían haber “cosas” que distraigan en cualquier lugar. En conclusión, una creación que aún no existe”. 
Frank Lloyd Wright.



De esta forma, Wright consigue, por primera vez en la historia de la arquitectura, trabajar el espiral como un edificio completamente plástico. Un edificio de siete plantas con un único piso continuo, el cual se logra con la presencia de una gran rampa. 
Wright utilizó como idea base un zigurat mesopotámico invertido, que contenía un espacio principal puro, amplio, de gran altura e iluminación, rodeado por una rampa helicoidal continua. 
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Pasaron muchos años hasta que se encontró un lugar adecuado para su construcción. En 1949, finalmente, se eligió un solar en la 5ta Avenida frente al Central Park de Nueva York. Este solar mantenía tres frentes descubiertos dando espacio suficiente para la plasticidad del proyecto. Al mismo tiempo, se relacionaba con el parque y era capaz de relucir en la densidad de la 5ta Avenida. El único pero provenía del punto de vista urbanístico, contradecía la tipología de planta cuadrada usada en Nueva York.
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El carácter, significado y la importancia del edificio, no sólo como paradigma de la arquitectura funcionalista sino también como el sello de su creador, lo transformaron en un hito en la ciudad. 

Se ingresa al museo entre el gran volumen de espiral y el control principal, bajo un bloque de concreto que va por todo lo largo de la fachada. La entrada deriva en lo que Wright diseñó como ingreso de autos y jardín de esculturas, que actualmente se usan como librería y cafetería. 

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La altura del techo de la zona de ingreso es baja, aumentando la sensación producida por la apertura del espacio central. De esta forma, el interior se abre repentinamente hacia este espacio alto, amplio e iluminado que contiene a la galería principal, donde los muros de concreto guían a los visitantes hacia la luz que ingresa por lo alto del edificio, inundando el espacio. 

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En el interior del museo, el módulo circular se ve reflejado con dos rotondas en el piso y el camino al exterior. La rampa helicoidal da un total de cinco vueltas, aunque en total el museo tiene siete pisos de alto. En cada vuelta el vacío central se va reduciendo, siendo contrario a la lectura exterior.




Volumétricamente, se encuentra una escalera triangular detrás del ascensor que fue dimensionada a la escala del volumen del espiral. Esto podría sugerir la fuerza con la que Wright quería que el público sintiera el espacio, ya sea que estuvieran subiendo o bajando por la rampa o por las escaleras. El objetivo fue que se notara la geometría de ambas al ser comparadas con la geometría incompleta del ascensor semicircular.  

Las curvas del espiral están diseñadas de manera que en todo momento se vea el espacio central. Además, las estructuras verticales se encuentran separadas del borde, de manera que el espiral a simple vista parece sostenido por si mismo. 

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La idea del diseño de Wright fue que el recorrido por el museo fuera descendente. Su intención fue que el visitante entrara al edificio y participara de un ritual, que se iniciaría al tomar el ascensor hacia la parte más alta de la rampa. 

Allí comenzaría su descenso, lento, suave y confortable, siendo capaz de ver en todo momento lo que se ha recorrido y lo que falta por recorrer. El visitante puede también  saltar o regresar a un nivel con solo tomar el ascensor. Con este proceso pretendía también contrarrestar el dominio de la arquitectura rígida frente a la bidimensionalidad de las pinturas.

Cuando el recorrido termina, el visitante se encuentra nuevamente en el punto donde todo comenzó y, desde allí, puede elegir hacia donde dirigirse, ya sea a la cafetería, librería o simplemente salir del espacio. 


Con este planteamiento, el museo se convertía en un gran espacio continuo, con un único piso que lleva al otro sin la imposición de los limites comunes. 



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En relación a las exhibiciones, el criterio esencial del museo fue aprovechar sus propias cualidades estructurales. Al estar construido en base a una gran rampa ascendente en forma de espiral envolvente, gira sobre un eje central imaginario que delinea una rotonda central, la sala más importante del museo. En este sentido, no hay una concepción visual unificada respecto a las exposiciones. Distintos materiales, soportes y dispositivos tecnológicos se emplean de acuerdo al objeto de exhibición. Generalmente se siguen criterios cronológicos o biográficos, que marcan una lectura lineal, apoyada por la dirección continua de la rampa.

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La iluminación del museo proviene de dos fuentes muy marcadas: La coronación del cono invertido, en forma de domo totalmente vidriado, y la serie de bandas vidriadas que rodean cada vuelta de la rampa.

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El lucernario vidriado en el techo fue íntegramente diseñado por Wright. Está dividido en doce segmentos y su diámetro es similar al del hall central de la primera planta. Sus dimensiones permiten que la luz llegue como una cascada que baña los muros de concreto, de forma tal que se enfatiza la oscuridad en los vacíos entre ellos.
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Las bandas continuas que rodean la espiral del edificio son vidriadas, por lo que dejan entrar luz indirecta de día y, además, contienen luz incandescente que ilumina artificialmente de noche. Posteriormente se añadieron fluorescentes detrás de los paneles translúcidos y se colocaron otras luces concentradas en el techo, para evitar que la luz directa entrara a la zona de la galería y que las pinturas se deterioraran. 













Estructuralmente hablando, la importancia del edificio está en que, por primera vez en al historia de la arquitectura, un espiral logarítmico fue resuelto como edificio plástico completo.

La Estructura de la rampa retoma el suelo de concreto en voladizo de los proyectos anteriores de Wright, tales como Fallingwater y la Torre S.C. Johnson & Son, girando la rampa alrededor del espacio central. Es así, que las plantas no se desarrollan como losas separadas e independientes,  sino como una superficie continua.
  • La dimensión de la rampa es variable, aumentando de acuerdo a su altura. Mientras el diámetro del volumen crece en cada piso, por dentro, el diámetro del espacio central disminuye, de forma tal que en las plantas superiores existe un mayor aprovechamiento del espacio. 

  • Las Estructuras que soportan la teatina se anclan en el primer piso y pasan inadvertidas en el exterior. Sin embargo, aparecen interiormente en cada nivel, dividiendo en sub-espacios el área de las exposiciones.

Como lo hizo a lo largo de todas sus obras, Frank Lloyd Wright diseñó absolutamente todo en este museo. Incluso los más simples detalles fueron motivo de concentración para él. 

Los materiales fueron muy bien estudiados y utilizados, dependiendo del lugar donde fueron dispuestos. La rampa y el piso son de concreto reforzado y están decorados con una pequeña capa de terrazo y una rejilla de círculos de cobre. Las paredes interiores del contorno debían ser recubiertas con una fina lámina de mármol, pero este detalle no fue tomado en cuenta cuando se construyó el museo, por lo que, actualmente, las paredes tienen una capa de yeso pintado.



Exposición de James Turrel (21 de junio - 25 de septiembre 2013)

arquitectura orgánica, exposición

En mi visita a Nueva York hace poco más de un mes, tuve la oportunidad de visitar la primera exposición de James Turrel en un museo de Nueva York desde 1980. 

El artista Turrel manipula la luz y crea obras que amplifican la percepción directa. Su exposición se centró en su exploración de la percepción, la luz, el color y el espacio. Aten Reign (2013) es un nuevo gran proyecto que fusiona la rotonda del Guggenheim como un volumen enorme lleno de desplazamientos de luz artificial y natural.

Los críticos la definen como una de las transformaciones más espectaculares del museo, que propuso una experiencia completamente nueva del espacio.

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Personalmente, fue toda una decepción. No porque los colores y la iluminación no fueran espectaculares, sino porque, al cubrir toda la galería se perdió completamente la percepción del espiral y la vista del lucernario. Siendo la primera vez que visitaba el museo, no quedé muy satisfecha al no poder ver la arquitectura tan como la proyectó Wright.
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Museo Solomon R. Guggenheim
1071 Fifth Avenue.
Nueva York, NY 10128
EEUU

1 comentario:

  1. seria genial que hablaran sobre el tipo de cimentación que tiene dicho museo

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